Charles Spencer revive un capĂtulo traumático de su infancia en sus nuevas memorias, "A Very Private School". Spencer, hermano de la princesa Diana, periodista y autor, recuerda sus años en Maidwell Hall, un prestigioso internado en Inglaterra y un lugar “sin amor”, segĂşn su libro.
Amazonas
Spencer alega abuso fĂsico y sexual por parte del personal del prestigioso internado.
Maidwell Hall dijo HOY en un comunicado que ha notificado a las autoridades locales que investigan posibles delitos contra niños. Los funcionarios escolares también están alentando a cualquier exalumno con experiencias similares a presentarse.
Spencer habló con Cynthia McFadden, corresponsal legal y de investigación senior de NBC News, en una conversación que se transmitirá el 11 de marzo. Lea un extracto del prefacio del libro a continuación.
Leer un extracto
Al escribir mi historia, inevitablemente examiné detenidamente lo que creo que es una aberración fascinante: el sistema de internados en su conjunto.*
Es un hecho que muchas de las principales figuras de la vida pĂşblica británica actual –desde primeros ministros hasta la realeza– han recibido el privilegio de recibir educaciĂłn en un internado privado. Mientras que algunos prosperaron bajo el liderazgo de directores benĂ©volos, otros resultaron perjudicados por el mal trato durante sus años de formaciĂłn. Parte de este legado venenoso lo transmitieron sin querer a la sociedad. Como decĂa DiĂłgenes en el siglo IV a.C.: "La base de cada Estado es la educaciĂłn de su juventud". Si este sistema educativo tiene fallas, los cimientos del Estado tambiĂ©n lo serán.
Lo que sufrimos no fue sĂłlo una separaciĂłn de todo lo que conocĂamos y amábamos, sino una amputaciĂłn de ello.
carlos spencer
Debo decir, no por simpatĂa, sino porque es importante conocer el contexto de lo que sigue, que a veces ha sido una experiencia absolutamente infernal, esta crĂłnica de crueldad casual, agresiĂłn sexual y otras perversiones de hace mucho tiempo. Mientras escribĂa este libro, regresaron las devastadoras migrañas que a menudo me atormentaban. Esto, despuĂ©s de cuarenta años de bienvenida ausencia. TambiĂ©n tuve decenas de pesadillas con Maidwell. Las trampas de Fenn me vinieron a la mente mientras seguĂa los caminos de mis primeros dĂas escolares. He llegado a aceptar que han capturado parte de mi psique para siempre.
Todos los eventos que describo en las siguientes páginas sucedieron tal como están escritos, y creo que los bocetos de los personajes son precisos. El discurso indirecto es lo más cercano a la verdad que recuerdo y ciertamente transmite el significado de lo que se dijo en ese momento. Cambié los nombres de todos los niños, aunque muchos dijeron que estaban contentos de que se usaran sus identidades reales.
Charles Spencer (centro) con su hermana Diana Spencer y su madre Frances Kydd. CortesĂa de Charles Spencer
EscribĂ el cuerpo de este manuscrito a partir de mis recuerdos extremadamente claros, que quedaron grabados en mi cerebro cuando era niño. Los psicoterapeutas que he visto a lo largo de dĂ©cadas dicen que el trauma a esta edad a menudo conduce a la eliminaciĂłn de los recuerdos, pero puede suceder lo contrario. Los recuerdos pueden permanecer con las vĂctimas de abuso, vĂvidamente y para siempre, como lo hicieron conmigo. Además, me basĂ© en fuentes contemporáneas de mis años en Maidwell: mis informes escolares de cada uno de mis quince trimestres allĂ, asĂ como mis diarios y cartas a casa.
Está claro que lo que soportĂ© durante cinco años en una de las escuelas privadas más caras de Inglaterra, durante un perĂodo de sĂłlida estabilidad polĂtica y econĂłmica, no es en absoluto comparable al terrible sufrimiento de tantos otros niños, ahora y en el futuro. pasado -. obligados a luchar para sobrevivir en paisajes de absoluta desesperaciĂłn. SĂłlo existe una conexiĂłn muy tenue entre mi experiencia privilegiada y la experiencia de quienes enfrentan adversidad econĂłmica y exclusiĂłn social: la del trauma infantil.
He estado leyendo con avidez sobre el trauma infantil, especialmente aquellos elementos vinculados al apego emocional. Esta área me fascina porque experimentĂ© el abandono antes de que me enviaran a Maidwell. Esto fue a mediados de los años 60, cuando yo tenĂa 2 años y mi madre se fue de casa por un hombre del que se habĂa enamorado.
En aquella Ă©poca, a menudo se pensaba que la disciplina de un entorno de internado proporcionaba una estabilidad que se creĂa que un "hogar roto" no podĂa proporcionar. Pero amaba mi hogar y definitivamente no querĂa dejarlo, ni siquiera cuando mi madre estaba desaparecida. Ser trasplantado a un lugar extraño y represivo era lo Ăşltimo que necesitaba, especialmente siendo hijo de un divorcio.
Como historiador, como producto del sistema y como hombre, estoy fascinado por lo que sucediĂł en escuelas como la que asistĂ. ¿Por quĂ© nuestros padres nos enviaron alegremente a vivir con adultos y niños que eran totalmente extraños, en un claro rechazo a la familia? ¿Por quĂ© sustituir esta unidad natural por un entorno a menudo marcado por su dureza?
Actualmente quedan 630.000 reclusos en 2.500 internados en Inglaterra, pero pocas de estas instituciones habrĂan sobrevivido si no hubieran evolucionado significativamente desde la Ă©poca sobre la que escribo.
Si miras el sitio web de Maidwell hoy, verás que hay un jefe de atenciĂłn pastoral, que tiene un adjunto para ayudarlos. El nuevo director declarĂł al asumir el cargo: "Me he dedicado a la educaciĂłn –la educaciĂłn en su sentido más amplio– a ver al niño en su totalidad y su potencial y ayudarlo a alcanzarlo".
Joven Charles Spencer. CortesĂa de Charles Spencer
Éste no era el Maidwell que yo conocĂa. No habĂa una sola persona en la estructura del lugar que tuviera responsabilidad alguna sobre nosotros los niños más allá de los estrictos lĂmites de la contabilidad, la disciplina, el campo deportivo, la higiene y la nutriciĂłn. El bienestar emocional del niño no se considerĂł una necesidad especĂfica.
Nuestras terminaciones nerviosas más suaves han sido aplastadas por una experiencia que es irreversible en su angustia. Aunque, lamentablemente, un pequeño nĂşmero de niños procedĂan de hogares abusivos y posiblemente estaban mejor en este difĂcil lugar, el resto de nosotros hemos tenido que aprender a vivir sin la comodidad y la protecciĂłn del hogar. Lo que sufrimos no fue sĂłlo una separaciĂłn de todo lo que conocĂamos y amábamos, sino una amputaciĂłn de ello.
Si bien este libro describe un mundo de privilegios que es ajeno a la mayorĂa, espero que resuene en cualquier persona, en cualquier lugar (de todos los ámbitos de la vida), que alguna vez se haya sentido asustado, impotente y abandonado cuando era niño. Para Maidwell en la dĂ©cada de 1970, estaba destinado a servir como un hogar sustituto. Pero faltaba la cualidad más importante del hogar: carecĂa de amor.
*Si bien muchas niñas sufrieron de manera similar en ese momento, por supuesto, este libro es mi relato de testigo presencial, con contexto histĂłrico, del sistema masculino del que sin saberlo yo era parte; por lo tanto –inevitablemente– se centra en el lado masculino de la cuestiĂłn.