MARTA GONZÁLEZ: UNA LECCIÓN DE VALENTÍA EN EL TEATRO
Marta González es más que una actriz; es un símbolo de lucha y pasión. Con más de 20 años enfrentando el cáncer, su trayectoria en el teatro muestra cómo, a pesar de las adversidades, la dedicación puede sobresalir. A punto de cumplir 81 años, su amor por la actuación nunca ha flaqueado. Su historia, llena de retos y triunfos, resuena profundamente con quienes tienen la oportunidad de verla en el escenario. En una entrevista exclusiva, Marta aclaró: "El escenario da vida".
UNA INFANCIA Y UNA CARRERA LLENAS DE RETOS
Desde su primera actuación, Marta halló su refugio en los escenarios. Su debut infantil la preparó para una vida dedicada al arte. Al crecer, tuvo la oportunidad de colaborar con grandes nombres del teatro y la televisión, lo que la convirtió en una figura respetada. Cada papel le fue enseñando valores de dedicación y humildad, principios que aún hoy la sostienen y la motivan a continuar trabajando.
UN NUEVO PROYECTO TEATRAL
Recientemente, Marta participó en la obra “Negociemos… Una historia de amor”, dirigida por Ernesto Medela y escrita por Alicia Muñoz. Desde su estreno, el 6 de noviembre, Marta ha enfrentado los desafíos de la gira con energía. A pesar del cansancio y las limitaciones físicas, comparte risas y complicidad en el escenario con su colega Rodolfo Ranni. Para Marta, cada actuación es un acto de fe y gratitud. Ella afirma que cada aplauso del público se siente como un poderoso bálsamo que alivia cualquier sufrimiento.
MANTENIENDO LA PASIÓN A PESAR DE LA ENFERMEDAD
Cada vez que sube al escenario, Marta siente que su dolor y preocupaciones se desvanecen. Encuentra alegría y renovación en la actuación, lo que, como ella dice, se convierte en una terapia. Aunque el tratamiento contra el cáncer le exige afrontar el cansancio, la pasión por el teatro le otorga fuerzas para seguir adelante. Reconoce que, sin el teatro y su trabajo, la vida sería más difícil y que cada pequeño momento en el proceso de actuación aporta energía.
DESAFÍOS PERSONALES Y APERTURA A LA VIDA
Marta ha enfrentado otros desafíos personales a lo largo de su vida, como la muerte de su hijo Leandro. Estas experiencias han moldeado su perspectiva y su enfoque sobre el amor y la libertad. Cuando se le pregunta cuál es su mayor apoyo hoy en día, menciona a su hija, María Mercedes, quien le brinda cuidado y compañía.
Su experiencia le ha permitido entender que pedir apoyo y dejarse cuidar es vital, y por ello insta a quienes están atravesando enfermedades a que no se rindan. "El amor lo cura todo", asegura Marta, recomendando siempre luchar a pesar de las adversidades.
UN MENSAJE DE ESPERANZA Y RESILIENCIA
El mensaje que Marta busca transmitir a su audiencia es claro: hay que tener esperanza. Cada función es una nueva oportunidad para encontrar alegría, y nunca se deben rendir los sueños. En sus propias palabras, "siempre es posible volver a empezar".
A medida que su carrera continúa, se siente más que agradecida, no solo por el reconocimiento, sino por el amor que recibe de sus compañeros y del público. Esa conexión emocional es inigualable y se convierte en su motor para seguir actuando.
REFLEXIONES FINALES SOBRE LA VIDA Y EL ARTE
Con cada presentación, Marta renueva su compromiso con el teatro y reafirma la importancia de no rendirse. Las lecciones que ofrece, tanto en el escenario como en su vida personal, son poderosas. Cada aplauso y cada risa compartida son testigos de su inquebrantable deseo de vivir.
Su historia es un recordatorio de que, aunque la vida puede presentarnos retos, la pasión y el arte pueden abrir puertas y cultivar esperanza. Marta González sigue brillando, dejando un legado de fortaleza y amor, invitando a todos a seguir soñando y luchando.
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